
Al igual que el Prana hindú o el Chi chino, el Reiki es una medicina tibetana de gran importancia pero de difícil comprobación científica, al menos según lo que nuestra sociedad entiende por ciencia. Desde la Antigüedad este método de curación ha ocupado un lugar muy importante en la práctica médica: desde curanderos a chamanes, desde brujas hasta sanadores, a lo largo de la historia se han sucedido una serie de especialistas que buscan compensar la energía del hombre, mejorar su circulación o actuar sobre el cuerpo energético para curar enfermedades y mantener la salud. El organismo humano está formado por miles de millones de células, a su vez comprendidas por moléculas y átomos que forman un complejo cargado de energía.
Dentro del cuerpo y con el mundo exterior se realiza un constante recambio energético, que constituye el fluyo de energía de cada persona. En cada célula que poseemos podemos, entonces, activar las fueras de autocuración del cuerpo. Existen varios factores externos e internos que pueden desequilibrar nuestra salud. Pero esencialmente no son nada más que llamados de atención, para que observemos nuestra vida en forma más consciente. Es necesario comprender que todas las experiencias de la vida son creadas con responsabilidad propia para trabajar nuestros temas vitales.